domingo, 17 de noviembre de 2013

Quince años sin Fernando Quiñones

Tal día como hoy hace 15 años, fallecía a causa de un tumor peritoneal el célebre escritor Fernando Quiñones (Chiclana de la Frontera, 2 de marzo de 1930 – Cádiz, 17 de noviembre de 1998).



Fernando Quiñones nace en Chiclana de la Frontera en el año 1930, aunque pronto pasa a vivir a Cádiz, donde transcurre su infancia y adolescencia. Desde joven se sintió atraído por la escritura y, especialmente, por la prensa. En 1948 crea la revista El Parnaso, en la que se mantiene hasta 1950, cuando funda Platero. En 1953 se traslada a Madrid, donde comienza a publicar para el Reader´s Digest.

En 1957 comienzan sus viajes por el mundo que le llevan a conocer países como Marruecos, Francia o Italia, donde en 1959 contrae matrimonio con Nadia Consolani, con la que tendrá dos hijos: Mariela y Mauro. En 1971 deja su trabajo en el Reader´s Digest para concentrarse únicamente en la literatura. Desde entonces, vive a caballo entre Cádiz y Madrid, aunque continuando con sus largos viajes al extranjero. En 1968 funda en Cádiz el Festival Alcances como una semana cultural, donde tuvieran cabida distintas artes. Actualmente, es un festival únicamente cinematográfico.

Fue un autor muy prolífico que cultivo numerosos géneros, como relatos, poemas, ensayos, obras de teatro, crónicas (especialmente taurinas) o artículos literarios. Nadie como él supo reproducir en la literatura las particularidades del habla andaluza, sin caer en los estereotipos.

Como poeta podemos distinguir dos etapas en su obra: una primera antes de 1968 más intimista, en la que destacan obras como Cercanía de la Gracia (Accésit del premio Adonais, 1956), o En vida (Premio Leopoldo Panero, 1963). En su segunda etapa, de mayor madurez, describe en tercera persona lugares y hechos pasados. 

Quiñones destaca como escritor de relatos. En 1961 gana un premio otorgado por el periódico La Nación de Buenos Aires por su obra de relatos Siete historias de toros y hombres. Aquel jurado que decidió el galardón estuvo presidido por Jorge Luis Borges, que afirmó lo siguiente de Quiñones: “le premiamos con unánime acuerdo, porque advertimos en la obra de Quiñones a un gran escritor de la literatura hispánica de nuestro tiempo, o, simplemente, de la literatura”. Publicó otras conocidas obras de relatos como Viento sur, Cinco historias del vino (Premio de Prosa en las XII Fiestas de la vendimia de Jerez), Sexteto de amor ibérico, etc.

Apasionado del flamenco, escribe varios ensayos sobre este estilo musical. Uno de ellos, De Cádiz y sus cantes fue galardonado con el Premio de Investigación de la Semana de Estudios Flamencos en 1964. Además, la pasión por este género le llevó en 1973 a, junto con su amigo Félix Grande, a Latinoamérica a ejercer como embajadores del flamenco. Asimismo, presenta varios programas televisivos sobre el flamenco en TVE.

Como novelista fue finalista por dos veces del Premio Planeta con Las mil noches de Hortensia Romero (1979) y La canción del pirata. Vida y embarques del bribón cantueso (1983).

En 2006 salieron a la luz dos obras que no llegó a terminar de escribir y que fueron completadas a través de los borradores que dejó. Se trata de Los ojos del tiempo, en la que recorre los 3000 años de historia de la ciudad de Cádiz a través de los ojos de Nono, un humilde pescador del barrio de la Viña que tiene extrañas visiones del pasado, y Culpable o El ala de la sombra, un monólogo interior Damián Oguiza, alto funcionario que es detenido por un delito que no cometió. Quiñones comenzó ambas novelas a principio de los años noventa, cuando ya le había sido diagnosticada la enfermedad que le costó la vida, quizá por eso comparten un mismo hilo conductor: el inexorable paso del tiempo.

Aunque hayan pasado 15 años, Cádiz no le olvida y esta semana se celebrarán distintos actos tanto en Cádiz como en Chiclana para homenajearlo. En 1997 fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Cádiz y en 1988 fue reconocido por el Ayuntamiento de Chiclana como el personaje más relevante nacido en la ciudad en este siglo. Y no sólo eso. En vida era habitual verlo pasear por la gaditana playa de la Caleta recogiendo las basuras que iba encontrando a su paso. Por eso, el consistorio gaditano le puso su nombre al malecón que lleva desde la playa al Castillo de San Sebastián. A la entrada de dicho paseo se levantó una estatua en su honor, para perpetuar para siempre el nombre de uno de los escritores gaditanos más ilustres.

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